Es una propuesta que se trabajara con las familias, logrando un trabajo colectivo, llevando así a el fortalecimiento de los vínculos familia, escuela y niños.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Canción para niños

Tengo una muñeca vestida de azul :
Canción para niños


Tengo una muñeca vestida de azul,
con su camiseta y su canesú.
La saqué a paseo y se me constipó,
la tengo en la cama con mucho dolor.
Esta mañanita me dijo el doctor,
que le de jarabe con el tenedor.
Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho, y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro, y ocho treinta y dos.
Ánimas benditas me arrodillo yo

NUESTROS DIBUJOS PARA COLOREAR DE ANIMALES

NUESTROS DIBUJOS PARA COLOREAR DE ANIMALES

trabalengua

A Cuesta le cuesta
subir la cuesta,
y en medio de la cuesta,
va y se acuesta.


trabalenguas infantiles

poema

El Ermitaño | Poemas infantiles para primaria


Hombre serio y muy callado
o cangrejo colorado,
puede ser el ermitaño.
En busca de concha vacía,
cuatro antenas y dos pinzas,
el cangrejo ermitaño va.
En busca de paz en vida,
con el mundo a la deriva,
camina el eremita humano,
de espaldas a la ciudad.
Hombre serio y muy callado
o cangrejo colorado,
puede ser el ermitaño…

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adivinanzas

En el medio del mar está, en el mundo no tiene cabida, es la primera en el amor y la última en la vida. ¿Qué es?
La letra A




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cuento

Como Silvia aprendió a leer

Como Silvia aprendió a leer
Silvia era una niña dulce, atenta y cariñosa. Sus padres no tenían ninguna queja de ella, excepto que era demasiado perezosa. Le gustaba perder el tiempo cazando mariposas o simplemente haciendo nada.
Esto se convirtió en un problema cuando Silvia empezó en el colegio. No se es esforzaba en aprender a leer, ni tan siquiera mostraba un poco de interés. Su mamá incluso contrató a una profesora que se pasaba largas horas intentando que al menos se concentrara.
– “No sirve de nada”, – le decía la señora a la madre de Silvia, – “no le interesa aprender”. – Ya casi estaba a punto de darse por vencida la profesora, cuando ocurrió lo inesperado.
Resulta que un día asistió al encuentro con Silvia, llevando a su hijo que era un poco mayor. El corazón de Silvia latió fuerte al verlo y no supo nunca por qué, sus ojos brillaron de una manera que solo su madre supo descifrar. Aquel día la niña prestó toda la atención que pudo, hasta que terminó el encuentro y se dirigió al patio donde se encontraba el niño esperando.
– “Hola Silvia”– dijo el niño, –“¿cómo te fue hoy? Sé que mi mamá ha estado enseñándote a leer pero dice que no quieres aprender”.
Silvia apenada lo miró y consintió. Nunca había sentido vergüenza en su vida.
Pasaron los días y los niños se hicieron buenos amigos, montaban patines en el parque y disfrutaban de lo lindo. Llegaron las vacaciones estivales y el niño tuvo que irse a casa de su papá, donde iba a pasar el verano. Antes de irse prometió enviarle una postal y un regalo a Silvia.
Pasaron las semanas y Silvia cada vez se esforzaba más, para sorpresa de su madre. Un día llegó el cartero con una caja en la que Silvia anhelaba que estuviese la postal prometida. Sobre ella se encontraba rotulado “Para Silvia Mathew. Si puedes leer lo que dice en el exterior de esta caja, entonces te puedes quedar con lo que contiene”. Y como Silvia pudo leer cada palabra con total claridad y fluidez, pudo disfrutar de la postal que le enviaba su amigo, junto a la que se encontraban unos hermosos patines.